lunes, 30 de mayo de 2011

Memorias del Ilustre Dr. I. Lustre (XI - 2/3): Sobre el moreno cerebral o Las explosiones gatunas


-¡Patapum, patapam, tris trasca tras PUM!- Decía en sueños el gato muerto mientras estallaba en mil pedazos. Yo asustado le acaricié detrás de las orejas, pensando que si las resintonizaba quizás pudiera enterarme de lo que sucedía, pero nada, solo ronroneaba a ritmo de swing. Tome entonces la, por el momento, intrascendente decisión de llevarlo a dar un baño al mar madrileño, para que este pudiera calmarlo, arrullándolo entre sus suaves picotazos, así que hicimos la maleta metiendo en ella todo lo innecesario para luego lanzarla desde la ventana a las fauces sísmicas del populacho petardista, todo lo que me hacia falta lo regalé y así deje cerrado el circulo, el cual, por cierto, quedo precioso como collar del noble gato muerto que no había tenido a bien morir.
Total, que con las manos, bolsos y bolsillos bien vacías, me puse en marcha cargado hasta arriba de razones de peso, lo cual me hizo coger un autobús mágico que había visto en un libro de cuando era pequeño y me fui directo al Sol, y no veáis que moreno más esperanzador cogió mi cerebro, era tan abundante que se me escurrió por las fosas nasales y por la boca, convirtiéndolas en un inmenso río con sus dos parientes afluentes. ¡Maravilloso! el gato saltaba y daba volteretas hasta el punto de convertirse en gata y de cambiar de color, aun así no veía a bien morir y yo, por supuesto, no le dije nada, pues eso de morirse es decisión de cada uno, por más que quieran darle la responsabilidad a Don. D. Rodriguez.
En fin que no acabo este capitulo hasta que no esté empezado el mismo, pues como comprenderéis uno no puede hacer ciencia con las manos atadas a las nalgas de la muerte, por lo cual bautizo este capitulo como XI - 2/3, lo cual espero se convierta con la ausencia de tiempo en XI y 98/3.