sábado, 27 de agosto de 2011

Becquer: XXXV, XLI, XLIII

XXXV
¡No me admiró tu olvido! Aunque, de un día
Me admiró tu cariño mucho más;
Por que lo que hay en mí que vale algo
Eso... ni lo pudiste sospechar.

XLI

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o abatirme...!
¡No pudo ser!

Tú eras el océano; y yo la enhiesta
roca que firme aguanta su vaivén.
¡Tenias que romperte o arrancarme...!
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo, acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!

XLIII
Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.

¿Que tiempo estuve así? No sé; al dejarme
la embriaguez horrible dolor,
expiraba la luz y en mis balcones
reía el sol.

No sé tampoco en tan terrible horas
en qué pensaba o qué pasó por mí:
sólo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.

1 comentario:

Ginel dijo...

¡¡El 41 lo he pillao!! que me estará pasando?? oh mierda!! XD